Empieza AHORA, RESPIRA
¿Has sentido en algún momento que la vida se mueve a un ritmo tan intenso que te empuja hacia el desasosiego y el cansancio? ¿Has tenido alguna vez la sensación de perderte y dejar atrás algo que no puedes explicar pero que reconoces en palabras como calma, quietud, tranquilidad, paz, silencio, armonía, humanidad, plenitud?
¿Has oído explicar que la meditación te puede ayudar pero te parece una vía difícil de emprender?
Si la respuesta es sí, ya has dado el primer paso: darte cuenta. El siguiente paso es sencillamente respirar conscientemente, entregarte al proceso natural que te va a arraigar poco a poco en la vivencia del momento presente.
Pararte en el instante que vives, aunque sea por un momento muy corto en el tiempo, puede ser profundamente transformador. Puede suceder en cualquier lugar, mientras esperas un transporte público, entre las tareas del día a día o ya en el rato que tú elijas para adentrarte un poco más en ti.
La meditación, entendida en el sentido de práctica conectada con el silencio interior, nos devuelve esa vivencia íntima de calma y plenitud que podemos reconocer en nosotros porque es nuestra, es fortaleza para la vida.
Meditar es vivir nuestra humanidad plenamente, por eso, el camino no siempre es fácil, nos lleva a través de nuestros miedos y contradicciones, pero siempre se arraiga en la sencillez más inmediata de la respiración y esto nos reconforta. El mero hecho de empezar ya es una experiencia potente aunque tardemos un tiempo de práctica, más o menos largo, en liberarnos del ir y venir de los pensamientos.
Los veremos, tomaremos distancia, les dejaremos pasar mientras ello nos ayuda a cultivar las cualidades más amorosas y compasivas hacia nosotros mismos. Volveremos constantemente a la respiración, recogeremos nuestros sentidos y, tarde o temprano, se desvelará el fruto de la meditación, el estado contemplativo que escapa a las palabras.
Es recomendable buscar un sitio tranquilo, limpio y bien ventilado, que sea acogedor. Si es silencioso mejor pero si no puede ser, no será un impedimento, la propia meditación nos conducirá hacia el silencio interior de tal modo que los sonidos que lleguen desde afuera ya no interferirán en el proceso.
Adoptaremos una postura amable que permita la verticalidad cómoda de la espalda. Procuraremos que la base de la postura sea la más adecuada para nuestro cuerpo: si va bien, nos sentaremos en un cojín de meditación con las piernas cruzadas o utilizaremos un banco de meditar, pero si nos resulta incómodo, podemos sentarnos en una silla.
Con la espalda derecha, nuestro diafragma tendrá todo el espacio para realizar el movimiento completo de la respiración. Proyectaremos la base de la columna suavemente hacia el centro de la tierra, buscaremos estabilidad en la zona del sacro, observaremos energía de elevación desde la región del plexo solar, ofreceremos sensación de amplitud al torso, al pecho y a la espalda, a los hombros, relajaremos la garganta y al proyectar la coronilla hacia la bóveda celeste, nuestro cuello quedará suavemente atrás y el mentón paralelo al suelo. Relajaremos los brazos y dejaremos las manos en las rodillas de la forma más cómoda para nosotros, palmas abiertas hacia arriba, hacia abajo o uniendo índice y pulgar en un sello de recogimiento. Ofreceremos descanso al rostro, observaremos amorosamente las sensaciones del cuerpo y si nos ayuda, descansaremos la mirada interior en el espacio entre las cejas mientras, sencillamente, seguiremos la exhalación hasta que llegue a su fin.
Entraremos en la fluidez de la respiración, observando las pausas que nos ofrece, camino de la paz mental y la contemplación interna.
En el texto clásico del raja yoga, los Yogasūtra de Patañjali, leemos: «La concentración es la fijación de la mente en un punto» [3.1], y sigue «la meditación es la continuidad perceptiva en ese punto» [3.2]. La continuidad perceptiva de la mente aquieta la actividad mental. Más aún, nos encamina hacia la contemplación [3.3]: cuando la mente parece como si se hubiera vaciado de sí misma.
La literatura sobre la meditación, desarrollada por un amplio abanico de tradiciones y estilos, es muy rica en ejercicios que podrán ayudarnos de acuerdo con nuestra naturaleza: muchos parten de técnicas de concentración para conducirnos hacia el fruto del estado meditativo, otros hacen volar la imaginación. Cuanto más cercano sea, el camino elegido, a lo real en nosotros, más nos conducirá al encuentro interno en silencio.
La meditación en el mantra SO HUM (pronunciado ham) es un buen camino. Recoge la dispersión mental en un solo pensamiento que nos conecta con la esencia que somos: "yo soy eso" "eso soy yo": aquello que no cambia en mí. Nos ayuda a liberar la autoidentificación de nuestro ego con todo lo que está sujeto al cambio del tiempo y nos aporta gran tranquilidad y presencia. SO en el pensamiento durante la inspiración, HUM en el pensamiento durante la expiración. Podemos acompañar el mantra con un movimiento muy suave de las manos que se recogerán en un puño durante la inspiración y se abrirán durante la expiración de forma completamente enlazada.
La práctica de la meditación es muy recomendable para todos, en especial para aquellas personas con dificultades de concentración, aquellas que necesiten herramientas para gestionar sus propias emociones o que quieran tener un espacio para el encuentro interior.
La meditación a menudo nos enfrenta con los propios miedos e inquietudes pero ayuda enormemente a liberarlos y a avanzar hacia una vivencia de libertad y plenitud.
Si sientes que lo necesitas, empieza AHORA. RESPIRA...
Lecturas recomendadas:
Camino hacia el silencio, Esteve Humet. Herder
Meditación para principantes,Jack Kornfield. Kairós
Siéntate como un buda, Lodro Rinzler. Kairós
Meditar dia a dia, Christophe André. Kairós (edició en català i en castellà)
Cómo meditar, Lawrence LeShan. Kairós
La serenidad de la meditación, Dalai Lama. Amara
Entre muchas obras que encontraréis en www.yogasfera.com o en la tienda física de www.yogaiabcn.org, en Passeig de Sant Joan, 121 de Barcelona
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