“Mi lama tibetano me había impuesto una norma para ir a trabajar a la oficina: mantener en secreto que era budista. Tenía que llevar mi pelo de un largo normal en vez de ir con la cabeza rapada, vestir con ropa normal, y cualquier principio budista que aplicase en mi trabajo lo tenía que hacer en secreto, sin ningún aviso ni alboroto. Tenía que procurar ser un sabio budista por dentro y un hombre de negocios americano ordinario por fuera. Este libro es la historia de cómo construí la División del Diamante en Andin International, partiendo de la nada, hasta llegar a una operación a escala mundial que generaba muchos millones de dólares al año”.