La práctica restaurativa es una práctica de yoga muy suave que tiene como objetivo relajar profundamente el sistema nervioso. Se trabaja con y desde el cuerpo para aflojar las tensiones psicofísicas más profundas.

Las bases de esta práctica son: la quietud, la comodidad, la oscuridad y el silencio entendido no como ausencia de ruido, sino como ausencia de agitación mental.

Las sesiones de yoga restaurativo comienzan con unos momentos de interiorización a través de la observación de la respiración completa.

Poco a poco, la sesión se encamina hacia la práctica reconstituyente, que se realiza mediante posturas suaves, pasivas, amables y relajadas, que aflojan el cuerpo y todas las cadenas musculares, renovando la mente y modificando los patrones de autoexigencia a los que a menudo estamos acostumbrados sin darnos cuenta.

Para hacer más cómodas las posturas de yoga y lograr que sean accesibles para todos, se utilizan soportes como mantas, bloques de corcho o de foam y cojines de diferentes formas y tamaños: zafus (cojín de meditación) y bolsters (cojines alargados) redondos o rectangulares, y también de diferentes rellenos como los zafus o bolsters de cáscara de alforfón (trigo sarraceno), que se adaptan muy bien a todo tipo de cuerpos, o bien los zafus o bolsters de fibra de miraguano, que son más compactos y ofrecen un soporte sólido y seguro.

Los accesorios como las cintas de yoga también facilitan alcanzar las posturas con comodidad y poder integrarlas.

Las posturas se mantienen durante varios minutos, lo que permite una profunda relajación interna, fuente de gran bienestar.

El yoga restaurativo contribuye a regular la presión arterial, libera las tensiones y facilita un sueño reparador, tan necesario y a menudo difícil de conseguir cuando la vida nos lleva a altos niveles de estrés.

Os animamos mucho a descubrir esta práctica renovadora.