La costumbre de quemar incienso empezó con el amanecer de la humanidad. Las fragancias de las maderas aromáticas que la madre naturaleza ha creado purifican nuestro cuerpo y nuestra alma. Quemar una barrita de incienso cada mañana hace aflorar lo mejor de nosotros mismos. Crea un momento de reverencia para honrar a nuestros antepasados y recordar que gracias a ellos estamos aquí.
Supone un momento de paz que nos proporciona serenidad para abordar el ajetreo de nuestra vida diaria.